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DE LOS ESCRITORES DE ESCRITORIO

"Si hubo una guerra, todos delinquieron, todos cometieron crímenes, todos profanaron la condición humana, todos se envilecieron. Y la sombra de esa profanación y de esa vileza cae sobre la sociedad entera, por acción, por omisión, por haber visto, por haber callado, por haber cerrado los oídos, por haber cerrado los ojos.
Si para poder perdonar tienen que hacer la lista de los crímenes, hagan la lista de los crímenes. Pero esas listas sólo sirven si son completas, y quién sabe qué ángel podrá lograr el listado exhaustivo.
Ya comete un error el que trata de convertir en héroes a unos y en villanos a los otros. Lo que hace que una guerra sea una guerra es que ha pasado del nivel del crimen al de una inmensa tragedia colectiva, y en ella puede haber héroes en todos los bandos, canallas en todos los bandos, en todos los bandos cosas que no merecen perdón.
Y ahí sí estoy con Cristo: hasta las cosas más imperdonables tienen que ser perdonadas, a cambio de que la guerra de verdad se termine, y no sólo en los campos, los barrios y las cárceles, sino en las noticias, en los hogares y en los corazones.
Tomado de WILLIAM OSPINA 15 ABR 2016 - 10:24 PM. Periódico el escpectador

Leo este fragmento y pregunto quièn es el autor de tan hermosa oda a la ignorancia, se me deviene un malestar alrededor de lo que llaman la boca la del estómago.  Parece que este señor no sabe de qué habla y a quién le habla.  A muchos como yo nos repugna lo que dice. No sé a qué se refiere cuando afirma “todos delinquieron porque si se refiere a soldados y guerrilleros, ….bueno.  Ahora, si como lo entiendo se refiere al pueblo colombiano le pido que me respete, igual que a mi familia y a todos los que me rodean en esta generación y que hacemos parte de esta sociedad.  Más adelante continúa diciendo:
… “Y la sombra de esa profanación y de esa vileza cae sobre la sociedad entera, por acción, por omisión, por haber visto, por haber callado, por haber cerrado los oídos, por haber cerrado los ojos”.
Según lo afirma el señor Ospina, mi padre y mis primos hermanos, víctimas de la extorsión de la guerrilla; mi tío, secuestrado casi siete meses por dinero; mi cuñado asesinado en el patio de su casa por las Farc  también tienen responsabilidad en esta violencia atroz.
Por acción? Y qué hacían estas víctimas, además de trabajar como burros para merecer esa violencia.
Por omisión? A quién se denunciaba, para tener que ser víctima de desplazamiento o de la muerte.  Cuántos hombres les destacarían para su cuidado después de la denuncia para su protección?
Por haber visto: y qué con haber visto y sufrido la acción de estos delincuentes?
Por haber callado, cerrado los ojos y los oídos? Gracias a Dios, en el que este escritor no cree, por fortuna callaron, cerraron los ojos y los oídos porque o si no yo fuera huérfano y hubiese tenido que enterrar a otros más de mi familia.
Ni mis hijos, ni mis hermanos, tampoco mi madre y la gente honrada y trabajadora de este país tiene responsabilidad en la ignominiosa acción de unos perezosos, holgazanes, rufianes, malandrines que sólo querían vivir sin tener que trabajar y a costas de los que sí lo hacían.
Lloré mucho cuando era niño y veía cómo mi mamá se ponía a rezar porque papá tenía que irse solo por largos caminos para el pueblo bajo la amenaza de que tenía que darles dinero o sino, creíamos lo mataban. Lloraba mucho y rezaba para que no lo mataran y cuando él se demoraba me angustiaba demasiado pensando en lo peor.  Solía irme a un recodo del camino desde donde podía verlo venir de lejos, y cuando veía venir los caballos volvía yo a vivir. 
Qué época tan dura.  Cuánto sufrí cuando, ya siendo mayor, llegaron a la casa por un montón de dinero a cambio de dejarlo libre. Contando él después la humillación a la que fue sometido: amarrado de las manos hacia el monte hasta que llevaran el dinero.  Papá no sabe pelear, no había que amarrarlo…  Malditos sean…
Cuanto lloramos en mi familia cuando a un hermano de mi madre se lo llevaron secuestrado y lo tuvieron deambulando por las selvas durante casi siete meses, hasta que se pagó su rescate.  Mi abuela casi muere de angustia y, qué decir de mi madre (su hermana), amén de sus hijos.  Mi tío lo único que ha sabido hacer es trabajar.
Mi padre trabajaba hasta de noche, con el reflejo de la luna. Es cierto. Mi tío, no menos. Y así y todo se atreve este personaje, como muchos otros a decir que la supuesta guerra en Colombia es responsabilidad de la sociedad, incluyendo a mi familia.  Y digo supuesta guerra porque lo que siempre conocimos en el pueblo es que todo aquél vicioso, holgazán que no quería trabajar se enfilaba en la guerrilla.  Será que en Medellín los que se iban a la guerrilla eran los más trabajadores y estudiosos.  La guerrilla era la mejor forma de vivir sin trabajar, viciar y delinquir de manera protegida. Guerra del estado contra una banda de pillos bien financiada y muy difíciles de exterminar porque los facinerosos de este país son muchos. Señor William Ospina, siga haciendo poemas o lo que quiera, pero no aproveche su popularidad para lastimar la honra de los que siempre hemos creído que trabajando de manera honesta nos podemos ganar la vida.  No responsabilice a las gentes de bien que han dedicado su vida a trabajar y cuidar sus vidas y sus pocos ahorros de la barbarie cometida por  las ansias de delincuencia y maldad de unos pillos que han generado tanta violencia en Colombia.  No arrope bajo ese mismo manto a mis hijos, mis hermanas y el resto de mi familia.  Si la suya proveyó a la guerrilla con algún bandido, lo lamento.  En todas partes se cuecen habas. Ahora, si usted es de los de izquierda que quiere vivir como un holgazán del trabajo de los hombres y mujeres honrados y de los que se atreven a hacer empresa, permítame decirle que no siento el más mínimo aprecio por personas de esa calaña. Podría colegir que usted es un delincuente frustrado de la guerrilla, que le faltó virilidad para irse al monte a robar, atracar, y cometer toda esa suerte de vilezas y que por su cobardía se escuda detrás de un escritorio para avalar con tinta el dolor que estos infelices nos han causado. 

GUILLERMO CEBALLOS

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