Es una pregunta que me ronda constantemente, pues tengo el prurito de preguntar por todo, tal vez para no hacer por hacer, más bien para hacer con sentido, consciente del para qué de cada una de mis acciones. Me es muy recurrente la imagen de ser un títere en manos de un super titiritero que me maneja a su antojo. Esto riñe con mi idea de libertad, de autonomía, de libre albedrío... libre???
Una de las posibles respuestas, la que más me tranquiliza es la de que se estudia para "desmontar" mitos, para ser un iconoclasta consciente. Cada vez que tengo la oportunidad de acceder a un nuevo saber, un libro profundo, acercarme a una persona sabia, sufro una especie de metamorfosis. Aparecen nuevas formas de ver, otros modos de actuar, una energía diferente y renovada. Saber da luz, amplía el horizonte, ensancha el universo, agudiza los sentidos y la imaginación.
Lo anterior me justifica la escuela, la biblioteca, el teatro...
Qué maravilloso fue el darme de cuenta que aquéllas que llamamos ciencias "duras": física, química, matemáticas, tecnología; y las ciencias sociales pasan a un segundo plano en los momentos más catastróficos de la humanidad, adquiriendo mayor preponderancia el arte como elemento re-creador, restaurador del género humano. El arte en la música, la danza, la pintura, la escultura, las letras. Claro, es con el arte como se preserva la memoria, se sensibiliza, se "toca" la fibra más íntima del ser para que surja nuevamente. Gracias al maestro que me hizo ver esta maravilla, que estando ahí, a mi alcance, yo no había percibido. Gracias a la posibilidad de estudiar, a la escuela.
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