No hay cambios en la percepción de corrupción en Colombia
Colombia ha obtenido 37 puntos en el Índice de percepción de la Corrupción que publica la Organización para la transparencia Internacional.Su puntuación no ha sufrido ningún cambio respecto a la obtenida en 2014, así pues sus ciudadanos mantienen estable su percepción de la corrupción en Colombia.
No obstante, con esa puntuación Colombia mejora su situación hasta el puesto 83 del ranking de percepción de corrupción formado por 167 países.
En los últimos cinco años, la percepción de los ciudadanos de la corrupción en el sector público en Colombia ha mejorado, aunque ha sufrido un descenso de su posición en el ranking internacional de corrupción.
Éste índice clasifica a los países puntuándolos de 0 (percepción de altos niveles de corrupción) a 100 (percepción de muy bajos niveles de corrupción) en función de la percepción de corrupción del sector público que tienen sus habitantes.
El aparte arriba anotado es tomado de: "http://www.datosmacro.com/estado/indice-percepcion-corrupcion/colombia"
Con lo anterior quiero introducir uno de los fenómenos que caracteriza a nuestro pueblo colombiano.
La definición que se encuentra en "http://definicion.de/corrupcion/", dice: Corrupción, proviene del latín, donde podemos establecer que se encuentra el origen etimológico del término corrupción. En concreto, emana del vocablo “corruptio”, que se encuentra conformado por los siguientes elementos: el prefijo “con-“, que es sinónimo de “junto”; el verbo “rumpere”, que puede traducirse como “hacer pedazos”; y finalmente el sufijo “-tio”, que es equivalente a “acción y efecto”.
Corrupción es la acción y efecto de corromper (depravar, echar a perder, sobornar a alguien, pervertir, dañar). El concepto, de acuerdo al diccionario de la Real Academia Española (RAE), se utiliza para nombrar al vicio o abuso en un escrito o en las cosas no materiales. En otro sentido, la corrupción es la práctica que consiste en hacer abuso de poder, de funciones o de medios para sacar un provecho económico o de otra índole. Se entiende como corrupción política al mal uso del poder público para obtener una ventaja ilegítima.
Y eso es lo que hace el pueblo colombiano por genética, por historia, porque "sí". Desde el lustrabotas hasta el más encopetado de los políticos o más destacado personaje de cualquiera de las profesiones saca provecho o ventaja del otro. Está incrustado en la cultura: "el vivo vive del bobo", dicho popular en mi pueblo, o sea el antioqueño. Mejor lo dice, el académico Juan Luis Mejía en un artículo publicado por el portal "http://www.universocentro.com/NUMERO9/Elcultoalavispado.aspx"
titulado "El culto al avispado", en el cual se lee en uno de sus apartes:
" El pueblo antioqueño creó el culto al avispado. El avispado tiene profunda confianza en sí mismo, por tanto no requiere de preparación, dado que su astucia natural le permite salir triunfante en todas las situaciones. El avispado no prevé las situaciones, las resuelve en cada momento gracias a su viveza. El avispado no hace empresas, hace negocios. Para el avispado la mejor universidad es la calle y la vida. El avispado no cree en el esfuerzo pues sabe cómo se la gana de ojo. El avispado no conversa sino que se come de cuento a la gente. El avispado es cañero, fafarachero, lanza, espuelón, fregao y ventajoso, tiene agallas y se lleva a todo el mundo por delante. El avispado se ufana: "Yo no lo tumbé, el se cayó sólo". Para el avispado no hay mayor triunfo que sacar ventaja en cada negocio."
En el campo de la educación en el que hoy me desempeño me topo con expresiones de docentes que se dicen estar desencantados por "el sistema", el cual no llena sus expectativas. Aún no he podido escuchar a las claras cuáles son esas expectativas, pero por sus paros rutinarios para el aumento de salarios y prebendas intuyo que son de tipo económico. Puedo entonces colegir que se pretenden excelentes remuneraciones con un mínimo de conocimiento y trabajo escaso.
El calendario académico en Colombia estipula cuarenta (40) semanas de clase a los estudiantes. De ellas, la primera y la última del año se destinan a cualquier aspecto "formativo", menos a clases. De hecho, a la primera se le llama la semana de inducción, con horarios flexibles, para ir cogiendo aire, puede ser. A la última la denominan de "refuerzo", en la que ganan el año los "avispados" que durante el año no hicieron lo que correspondía y con alguna 'tareíta', taller o actividad, salva el grado.
Lo anterior muestra que para los que realmente fueron a estudiar ya sólo tenemos treinta y ocho (38) semanas.
En cuanto al tiempo diario de clases, tenemos:
Cinco horas y media de clase al día, por que el descanso es "pedagógico". Al inicio del día se toman entre diez (10) y quince (15) minutos para el inicio formal de la clase. Igual ocurre después de cada descanso, siendo dos, entonces tenemos otros veinte (20) minutos menos y, como si fuera mucho tiempo para estudiar, están terminando entre diez (10) y veinte (20) antes la jornada. Estas cuentas, no aprendidas a hacer propiamente dentro de este "sistema", me dan un tiempo real de clases de cuatro horas y cincuenta minutos (4 h y 50 min), hasta cinco (5 h ) horas diarias. Eso descartando el tiempo que se toman en desplazarse de un salón a otro o en poner el video o encontrar el libro...
La legislación educativa dice que el tiempo efectivo de clases al año es de 1.200 horas para secundaria y media. Atendiendo a la realidad tendremos a lo sumo 950 horas de clase, teniendo en cuenta que hay dos semanas que no se imparte clase. Ahhh, sin contar los festivos, las actividades extracurriculares... En fin. Esto en el marco de la corrupción del "sistema".
La jornada laboral en Colombia estipula ocho (8) horas diarias, lo que significa que los docentes escasamente laboran el 62,5% de lo que el resto de empleados ejecuta. Yendo más allá, a la semana se establece un tiempo laboral mínimo de 40 horas, de las cuales debe ejercer con los estudiantes, en básica y media 22 horas. Con las cuentas arriba anotadas, sólo se hacen efectivas en períodos de clase, 19.5 horas, lo que significa que su trabajo se reduce al 48.7% del tiempo legalmente definido.
Bueno, pero en aras de no ser tan exigente con el tiempo académico, las otras 21,5 horas las destinan a planear, evaluar, calificar, atención a padres de familia y otras actividades complementarias de la profesión, o sea, que más del 50% del tiempo se destina a labores conexas a la práctica de aula, luego ésta debe ser de una calidad incuestionable.
Pero no soy capaz de dejar de lado aquello de las expectativas insatisfechas por el sistema: ¿Mejores salarios, mejores servicios, maestrías gratis, régimen excepcional y todo lo que se ocurra en pro del bienestar docente a cambio de trabajar menos con los estudiantes que es la esencia de la profesión? No entiendo.
Claro, que según estos mismos docentes, el país no progresa por la corrupción en el gobierno, porque el magisterio es la luz que devela la situación anómala en la que está sumida la sociedad por "culpa" de los corruptos del estado. Y el magisterio que no hace parte del Estado, que no es corrupto, que sí estudia, que está por fuera del "sistema" es la que señala a los del Gobierno, a los que sin trabajar devengan salarios altos, a los ignorantes, a los que no hacen crítica, a los "avispados" de la sociedad.
Después de esto, vuelvo a caer en cuenta que estoy en el lugar equivocado: primero mi familia, luego el pueblo en el que vivo, ahora en el gremio en que laboro. Señor, ayúdame a encontrar mi verdadero lugar, el lugar al que pertenezco.
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