¿Será que la erudición, el saber, la ciencia, el conocimiento... nos hace pesimistas? Todos los consultores, por lo menos los que he escuchado y leído, afirman que los resultados de la pandemia del Covid-19 son nefastos. CRISIS, CRISIS, CRISIS... En los periódicos, la radio, la televisión y las redes sociales sólo se habla de la debacle de la economía y de la gravedad de la situación que vivimos por el confinamiento y las pérdidas de empleo y perturbaciones a la salud.
Muy distinto es el panorama cuando hablo con los iletrados que me rodean: mi padre y mi vecino agricultor. Según ellos, nunca habían tenido subsidios del gobierno y nunca antes se había vendido tan bien los productos del campo. La tecnología de los video juegos, los computadores y celulares han tenido un auge exorbitante. Las telecomunicaciones, los domiciliarios, las ventas de vehículos y la salud, la industria interna, los emprendimientos, entre otras han logrado ventas y un crecimiento no presupuestado.
La salud, por ejemplo, en un país como el nuestro, se ha beneficiado enormemente. Ahora se ha priorizado a la salud por sobre todos los demás servicios. Sin pandemia, ¿hubiese pasado? No. Ni siquiera las más acérrimas protestas sociales lo habían logrado.
Tal vez, estamos más que en una crisis, en un momento de cambio. Los cambios son asimilados según la visión de cada uno. Para algunos es una catástrofe, para otros, una gran oportunidad. Es un cambio en los niveles de desarrollo de otros ámbitos de la economía. Simplemente han cambiado los modos en que se venía actuando. Los tipos de empresas, los estilos de trabajo van a ser diferentes. Cambian las prioridades de inversión y consumo. Habrá reacomodos, nuevas formas de trabajo, otras formas de producción.
De acuerdo a la plasticidad de cada uno, será la medida de la adaptación exitosa a las nuevas maneras de vivir. Se ha dicho que muchos empleos serán remplazados en el corto tiempo por la gran evolución de la inteligencia artificial. Pues, la pandemia aceleró la transformación.
Ahora viene un auge de la producción de bienes en el orden nacional, denostando las importaciones debido a las restricciones en el transporte internacional. También la industria nacional se tiene que potenciar para dar abasto a las necesidades del consumo local. La agricultura se verá abocada al sostenimiento alimentario de los países, pues las importaciones están en recesión.
Estas y muchas otras oportunidades se avizoran en un horizonte llamativo para quienes son capaces de adaptarse a las circunstancias en lugar de renegar de ellas.
El desarrollo de las telecomunicaciones y el teletrabajo conlleva a un menor tráfico vehicular y a la flexibilización en los horarios de trabajo en las empresas. La educación dejará de ser tan "consejera" para transformarse en un ejercicio de instrucción para el desarrollo de habilidades. Áreas de segundo nivel como la educación religiosa, la ética, las artes, la educación física tendrán que ganarse su reconocimiento, pues ahora se han priorizado las ciencias que han dado la supervivencia al ser humano: las ciencias naturales, y su hija y aliada, la tecnología, fundamentadas en las matemáticas y el lenguaje.
Los eruditos, que saben tanto de tantas cosas (traducido: que no saben de nada de nada") se la pasan vaticinando lo peor. Ignoran en sus análisis que el ser humano tiene una capacidad inagotable de creatividad y de condiciones de adaptación. Olvidan que tenemos necesidades básicas que siempre se tendrán que satisfacer: alimento, recreación, ocio... y, de alguna manera volverán los restaurantes, el cine, los deportes.. y demás banalidades.
Muy distinto es el panorama cuando hablo con los iletrados que me rodean: mi padre y mi vecino agricultor. Según ellos, nunca habían tenido subsidios del gobierno y nunca antes se había vendido tan bien los productos del campo. La tecnología de los video juegos, los computadores y celulares han tenido un auge exorbitante. Las telecomunicaciones, los domiciliarios, las ventas de vehículos y la salud, la industria interna, los emprendimientos, entre otras han logrado ventas y un crecimiento no presupuestado.
La salud, por ejemplo, en un país como el nuestro, se ha beneficiado enormemente. Ahora se ha priorizado a la salud por sobre todos los demás servicios. Sin pandemia, ¿hubiese pasado? No. Ni siquiera las más acérrimas protestas sociales lo habían logrado.
Tal vez, estamos más que en una crisis, en un momento de cambio. Los cambios son asimilados según la visión de cada uno. Para algunos es una catástrofe, para otros, una gran oportunidad. Es un cambio en los niveles de desarrollo de otros ámbitos de la economía. Simplemente han cambiado los modos en que se venía actuando. Los tipos de empresas, los estilos de trabajo van a ser diferentes. Cambian las prioridades de inversión y consumo. Habrá reacomodos, nuevas formas de trabajo, otras formas de producción.
De acuerdo a la plasticidad de cada uno, será la medida de la adaptación exitosa a las nuevas maneras de vivir. Se ha dicho que muchos empleos serán remplazados en el corto tiempo por la gran evolución de la inteligencia artificial. Pues, la pandemia aceleró la transformación.
Ahora viene un auge de la producción de bienes en el orden nacional, denostando las importaciones debido a las restricciones en el transporte internacional. También la industria nacional se tiene que potenciar para dar abasto a las necesidades del consumo local. La agricultura se verá abocada al sostenimiento alimentario de los países, pues las importaciones están en recesión.
Estas y muchas otras oportunidades se avizoran en un horizonte llamativo para quienes son capaces de adaptarse a las circunstancias en lugar de renegar de ellas.
El desarrollo de las telecomunicaciones y el teletrabajo conlleva a un menor tráfico vehicular y a la flexibilización en los horarios de trabajo en las empresas. La educación dejará de ser tan "consejera" para transformarse en un ejercicio de instrucción para el desarrollo de habilidades. Áreas de segundo nivel como la educación religiosa, la ética, las artes, la educación física tendrán que ganarse su reconocimiento, pues ahora se han priorizado las ciencias que han dado la supervivencia al ser humano: las ciencias naturales, y su hija y aliada, la tecnología, fundamentadas en las matemáticas y el lenguaje.
Los eruditos, que saben tanto de tantas cosas (traducido: que no saben de nada de nada") se la pasan vaticinando lo peor. Ignoran en sus análisis que el ser humano tiene una capacidad inagotable de creatividad y de condiciones de adaptación. Olvidan que tenemos necesidades básicas que siempre se tendrán que satisfacer: alimento, recreación, ocio... y, de alguna manera volverán los restaurantes, el cine, los deportes.. y demás banalidades.
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