Con cada masacre y las declaraciones de los gobernantes, las protestas de los "contestatarios" y la demagogia de los opositores se me vienen tantas ideas a la cabeza.
Los delincuentes pululan en un país en el que los "buenos" dan limosnas a los niños y jóvenes rebeldes y drogadictos en los semáforos, la escuela no le da cupo a los estudiantes "rebeldes" y que no "aprenden", la policía estigmatiza a los niños y jóvenes que usan modas fuera del estereotipo.
La escuela reporta a las entidades del Estado a los niños que se mantienen en las calles, con familias disfuncionales, con trastornos emocionales y comportamentales, con diagnósticos médicos no tratados.
Esos mismos niños, luego jóvenes son el caldo de cultivo para la nueva delincuencia, para engrosar el listado de "delincuentes más buscados". En estos grupos encuentran aceptación y se convierten en ficha"útiles" para sus fechorías. En una sociedad que no los acepta, en la que sobran, en la que no "encajan" encuentran en las bandas delincuenciales grupos que los acogen y los ponen a sus servicios.
Estos mismos jóvenes son los siguientes delincuentes y futuras víctimas. Son por los que los gobernantes para tener tranquilo al pueblo anuncia recompensas o se echan ínfulas cuando los ponen presos o los dan de baja.
Esos son los que los opositores del gobierno aprovechan para sus discursos demagógicos en los que endilgan la responsabilidad a las políticas de gobierno y a una sociedad (ajena, a la que ellos no pertenecen) de ser la responsable.
Esos son los jóvenes por los que otros marchan en protesta, levantando la voz para demostrar su inconformidad.
No se requieren ninguna de las anteriores. Se necesita, desde lo que vivo a cada momento, de un sistema educativo fuerte, inclusivo, con un sistema de salud aliado y unas entidades gubernamentales que actúen en consecuencia. Las comisarías de familia, bienestar familiar, las EPS y el sistema educativo, de manera mancomunada para atender de manera eficaz la demanda afectiva, de seguridad social y familiar, educativa de los niños y jóvenes.
Los cientos de millones que se ofrecen en recompensas para detener a un delincuente, hay que invertirlos en programas de salud mental a las familias, de atención a niños con familias "disfuncionales", programas de atención a las madres adolescentes, a los niños que están requiriendo apoyo psicológico y social.
Ampliar los establecimientos educativos, dotar la escuela con recursos didácticos, seleccionar preparar buenos docentes.
Un sistema de salud eficiente y eficaz, sin dilaciones y con altos estándares de atención.
Unas entidades estatales fuertes, con "dientes" que realmente apoyen y saquen a los niños y jóvenes de las condiciones marginales y de carencias.
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